La exposición de mercurio (incluso en pequeñas cantidades) en el organismo puede causar graves problemas de salud y es peligrosa para el desarrollo intrauterino y en las primeras etapas de vida.
Las vías principales de contaminación por mercurio son la inhalación de vapor de mercurio en procesos industriales o a través de la alimentación de pescado y marisco que contiene metilmercurio (CH3Hg+). El hecho de cocinar alimentos no elimina el mercurio presente en ellos.
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Daños en el sistema nerviosos central:
La inhalación o ingestión de distintos compuestos de mercurio y su acumulación en el organismo provoca: temblores, insomnio, pérdida de memoria, efectos neuromusculares, cefalea o disfunciones cognitivas y motoras, discapacidad sensorial (visión, audición, habla, etc.)
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Daños en la piel:
El contacto de los compuestos de mercurio en la piel provoca decoloración de la piel (mejillas, dedos de manos y pies color rosa), inflamación y descamación (desprendimiento de la piel).
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Daños en el aparato digestivo:
Las sales de mercurio y la inhalación de vapor de mercurio son compuestos que perjudican el aparato digestivo. Si la intoxicación es grande las consecuencias pueden ser letales.
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Daños en los riñones:
La acumulación de sales de mercurio en los riñones puede provocar trastornos en este órgano pudiendo llegar a la insuficiencia renal.
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Daños en el sistema inmunitario:
Las sales de mercurio y la inhalación de vapor de mercurio también perjudican el sistema inmunitario descendiendo las defensas del organismo.
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Irritación de las vías respiratorias:
La inhalación de mercurio o cualquiera de sus compuestos puede provocar inflamación e irritación en los pulmones.
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Problemas en el desarrollo intrauterino:
Los fetos son muy vulnerables a los efectos del mercurio. La exposición intrauterina a metilmercurio por consumo materno de pescado o marisco contaminado del debé generando disfunción en: pensamiento cognitivo, memoria, capacidad de concentración, lenguaje, aptitudes motoras, etc.