Leucocitos en la sangre: función y tipos

Los leucocitos, comúnmente conocidos como glóbulos blancos, son células cruciales en el sistema inmunológico del cuerpo humano. A pesar de no ser tan conocidos como los glóbulos rojos o las plaquetas, los leucocitos desempeñan un papel esencial en la defensa contra infecciones, en la regulación de respuestas inflamatorias y en la protección general de la salud. En este artículo, exploraremos qué son los leucocitos, sus diferentes tipos, sus funciones y cómo las alteraciones en sus niveles pueden impactar la salud.

¿Qué son los leucocitos?

Los leucocitos son células sanguíneas que forman parte del sistema inmunológico y se encargan de proteger el cuerpo contra microorganismos patógenos, como bacterias, virus, hongos y parásitos. A diferencia de los glóbulos rojos, que transportan oxígeno, los leucocitos tienen la función principal de identificar y neutralizar agentes infecciosos y de coordinar la respuesta inmunitaria.

Los leucocitos se producen en la médula ósea, el tejido esponjoso en el interior de los huesos, y pueden encontrarse en la sangre, los ganglios linfáticos, el bazo y otros tejidos linfoides. Cada tipo de leucocito tiene funciones específicas y contribuye a la respuesta inmunitaria de manera diferente.

Tipos de leucocitos

Los leucocitos se dividen en varias categorías, cada una con un papel único en la protección del organismo. Los principales tipos de leucocitos incluyen:

Neutrófilos

Los neutrófilos son el tipo más común de leucocitos y constituyen aproximadamente el 50-70% de los glóbulos blancos en la sangre. Su principal función es fagocitar (engullir y digerir) bacterias y hongos. Los neutrófilos son la primera línea de defensa en la respuesta inflamatoria aguda y se movilizan rápidamente al sitio de una infección o lesión. Son esenciales para combatir infecciones bacterianas y actúan en el proceso de inflamación para contener y eliminar los patógenos.

Linfocitos

Los linfocitos representan aproximadamente el 20-40% de los leucocitos en la sangre y se dividen en dos tipos principales: linfocitos T y linfocitos B.

  • Linfocitos T: Son fundamentales para la respuesta inmunitaria celular. Pueden destruir células infectadas por virus y regular la actividad de otras células del sistema inmunológico. Los linfocitos T también incluyen células T auxiliares, que ayudan a activar otras células inmunitarias, y células T citotóxicas, que eliminan células infectadas y cancerosas.

  • Linfocitos B: Son responsables de la producción de anticuerpos. Estos anticuerpos se unen a antígenos específicos en patógenos, facilitando su destrucción y eliminación. Los linfocitos B también son clave en la memoria inmunológica, ya que pueden recordar patógenos previamente encontrados para proporcionar una respuesta más rápida en futuras exposiciones.

Eosinófilos

Los eosinófilos constituyen aproximadamente el 1-6% de los leucocitos en la sangre. Son especialmente importantes en la defensa contra infecciones parasitarias y en la regulación de respuestas alérgicas. Los eosinófilos liberan sustancias tóxicas que dañan a los parásitos y modulan la inflamación en enfermedades alérgicas como el asma y la rinitis alérgica.

Basófilos

Los basófilos representan menos del 1% de los leucocitos y se involucran principalmente en las respuestas alérgicas y en la inflamación crónica. Liberan histamina y otros mediadores que contribuyen a la inflamación y a la respuesta alérgica. Aunque son menos abundantes, los basófilos juegan un papel en la regulación de la respuesta inmune y en la protección contra parásitos.

Monocitos

Los monocitos constituyen aproximadamente el 2-8% de los leucocitos en la sangre. Se diferencian en macrófagos y células dendríticas cuando entran en los tejidos. Los macrófagos fagocitan y destruyen patógenos y células muertas, y también presentan antígenos a los linfocitos T para activar una respuesta inmunitaria más específica. Las células dendríticas también presentan antígenos y son cruciales para iniciar la respuesta inmunitaria adaptativa.

Funciones de los leucocitos

Los leucocitos tienen varias funciones vitales en la defensa del organismo:

Defensa contra patógenos

La función más conocida de los leucocitos es la protección contra infecciones. Los diferentes tipos de leucocitos trabajan en conjunto para identificar, atacar y eliminar patógenos como bacterias, virus, hongos y parásitos. Cada tipo de leucocito tiene mecanismos específicos para detectar y destruir estos agentes infecciosos.

Regulación de la inflamación

La inflamación es una respuesta del sistema inmunológico a lesiones o infecciones. Los leucocitos están involucrados en la regulación de la inflamación para asegurar que sea adecuada y controlada. Un exceso de inflamación puede causar daño a los tejidos, mientras que una inflamación insuficiente puede no eliminar completamente los patógenos.

Respuesta a lesiones y toxinas

Cuando ocurre una lesión, los leucocitos se dirigen al área afectada para ayudar en la reparación del tejido y neutralizar las toxinas. Los neutrófilos y macrófagos son esenciales en la eliminación de células dañadas y la promoción de la curación.

Memoria inmunológica

Los linfocitos B y T tienen la capacidad de recordar patógenos específicos a los que el cuerpo ha sido expuesto anteriormente. Esta memoria inmunológica permite una respuesta más rápida y eficaz en futuras exposiciones, protegiendo al organismo de enfermedades recurrentes.

Alteraciones en los niveles de leucocitos

Los niveles de leucocitos en la sangre pueden variar debido a diversas condiciones de salud. Las alteraciones en el recuento de leucocitos pueden ser indicativos de problemas médicos que requieren atención. A continuación, se presentan algunas condiciones relacionadas con cambios en los niveles de leucocitos:

LeucocitosisLa leucocitosis es una condición en la que hay un aumento anormal del número de leucocitos en la sangre. Puede ser causada por infecciones, inflamaciones crónicas, leucemias, o estrés físico y emocional. Los síntomas pueden variar según la causa subyacente, pero a menudo incluyen fiebre, cansancio y pérdida de apetito.
LeucopeniaLa leucopenia es una disminución anormal del número de leucocitos en la sangre. Puede ser causada por infecciones virales severas, trastornos autoinmunes, enfermedades de la médula ósea, o efectos secundarios de medicamentos como la quimioterapia. La leucopenia puede aumentar la susceptibilidad a infecciones y puede manifestarse con síntomas como fiebre recurrente, úlceras bucales y debilidad general.
EosinofiliaLa eosinofilia se refiere a un aumento en el número de eosinófilos en la sangre. Puede estar asociada con alergias, infecciones parasitarias, y ciertas enfermedades autoinmunes. Los síntomas pueden incluir erupciones cutáneas, dificultad para respirar, y malestar abdominal, dependiendo de la causa subyacente.
BasofiliaLa basofilia es una condición en la que hay un aumento en el número de basófilos en la sangre. Es menos común y puede estar asociada con enfermedades crónicas como la leucemia mieloide crónica y ciertas reacciones alérgicas. Los síntomas pueden incluir picazón, urticaria y molestias en el abdomen.

Diagnóstico y tratamiento de alteraciones en los leucocitos

El diagnóstico de alteraciones en los leucocitos generalmente comienza con un análisis de sangre llamado hemograma completo, que mide el número de leucocitos y sus diferentes tipos. Dependiendo de los resultados, se pueden realizar pruebas adicionales para identificar la causa subyacente del desequilibrio.

El tratamiento varía según la condición específica y puede incluir medicamentos para controlar infecciones, terapias para tratar enfermedades autoinmunes o cánceres hematológicos, y ajustes en el tratamiento si se trata de efectos secundarios de medicamentos.

Los leucocitos son componentes fundamentales del sistema inmunológico, responsables de proteger al cuerpo contra infecciones, regular la inflamación y mantener la salud general. Entender el papel de los leucocitos y cómo sus niveles pueden variar proporciona información valiosa para el diagnóstico y manejo de diversas condiciones de salud. Mantener un equilibrio adecuado en los niveles de leucocitos es esencial para una respuesta inmunitaria eficaz y una salud óptima.

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