¿Qué son los eosinófilos y cómo afectan a tu sangre?

Los eosinófilos son un tipo de glóbulo blanco esencial para el sistema inmunológico, desempeñando un papel crucial en la defensa del cuerpo contra infecciones parasitarias y en la regulación de respuestas inflamatorias y alérgicas. A menudo pasan desapercibidos frente a otros componentes sanguíneos más conocidos, como los linfocitos o los neutrófilos, pero los eosinófilos son fundamentales para un sistema inmunológico equilibrado. En este artículo, exploraremos qué son los eosinófilos, cómo funcionan, cuáles son los niveles normales, y qué implica tener niveles anormales de estas células en la sangre.

¿Qué son los eosinófilos?

Los eosinófilos son un tipo de leucocito (glóbulo blanco) que se encuentra en el sistema inmunológico. Constituyen aproximadamente entre el 1% y el 6% del total de leucocitos en la sangre. Su nombre proviene de su capacidad para teñirse con colorantes ácidos, como la eosina, que les confiere un característico color rosado al observarlos bajo el microscopio.

Estas células se forman en la médula ósea, al igual que otros tipos de glóbulos blancos, y luego circulan por la sangre antes de migrar a los tejidos donde ejercen su función. Los eosinófilos son especialmente abundantes en áreas como los pulmones, la piel, el tracto digestivo y el sistema respiratorio, lugares donde suelen responder a infecciones o inflamaciones.

Funciones principales

Los eosinófilos desempeñan un papel vital en varias funciones inmunológicas. A continuación, describimos algunas de sus actividades más importantes:

Defensa contra infecciones parasitarias

Una de las funciones más destacadas de los eosinófilos es la lucha contra infecciones parasitarias, especialmente aquellas causadas por helmintos (gusanos parásitos). Cuando detectan la presencia de parásitos, los eosinófilos liberan sustancias tóxicas almacenadas en sus gránulos, que son pequeñas vesículas que contienen enzimas y proteínas destructivas. Estas sustancias atacan directamente a los parásitos, debilitándolos y facilitando su eliminación del cuerpo.

Regulación de reacciones alérgicas

También juegan un papel clave en las reacciones alérgicas. Durante una respuesta alérgica, como la causada por el polen o ciertos alimentos, el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada a sustancias que normalmente no son dañinas. Los eosinófilos liberan sustancias que contribuyen a la inflamación y los síntomas asociados con las alergias, como estornudos, picazón y congestión nasal. Sin embargo, en algunos casos, esta actividad puede volverse excesiva, lo que puede causar daños a los tejidos.

Modulación de la inflamación

Además de su papel en las alergias, los eosinófilos están involucrados en la regulación de la inflamación en general. Aunque la inflamación es una respuesta protectora del cuerpo, un exceso de ella puede causar daño a los tejidos y enfermedades crónicas, como el asma o la colitis ulcerosa. Los eosinófilos actúan controlando la liberación de mediadores inflamatorios, ayudando a que la respuesta inflamatoria sea adecuada y no excesiva.

Participación en enfermedades autoinmunes

En ciertas enfermedades autoinmunes, estos glóbulos blancos también pueden desempeñar un papel perjudicial. En estos casos, las células inmunitarias atacan los tejidos propios del cuerpo, y los eosinófilos pueden contribuir a la destrucción de estos tejidos mediante la liberación de sus contenidos tóxicos.

Niveles normales de eosinófilos

La cantidad de eosinófilos en la sangre se mide mediante un análisis de sangre conocido como recuento diferencial de leucocitos. Los valores normales de eosinófilos varían ligeramente entre los laboratorios, pero generalmente se sitúan entre 30 y 350 células por microlitro de sangre. En términos porcentuales, los eosinófilos deberían representar entre el 1% y el 6% de los leucocitos totales.

Un recuento fuera de este rango puede ser indicativo de diversas condiciones de salud, tanto infecciosas como inflamatorias. Los niveles anormalmente altos o bajos de eosinófilos pueden proporcionar pistas importantes sobre la función del sistema inmunológico y la presencia de ciertas enfermedades.

Eosinofilia: ¿Qué Significan niveles elevados de eosinófilos?

La eosinofilia es el término médico que describe un aumento anormal de eosinófilos en la sangre. Existen varias causas para este fenómeno, y las más comunes incluyen:

Infecciones parasitarias

Como ya hemos mencionado, los eosinófilos son esenciales en la defensa contra parásitos. Las infecciones por helmintos o gusanos parásitos pueden causar un aumento significativo de eosinófilos, especialmente en los países donde las infecciones parasitarias son comunes.

Alergias y asma

Las enfermedades alérgicas, como la rinitis alérgica y el asma, son otras causas comunes de eosinofilia. Durante una reacción alérgica, los eosinófilos se acumulan en los tejidos afectados y contribuyen a la inflamación. Las personas con asma eosinofílica, una variante del asma, pueden tener altos niveles de eosinófilos en la sangre y los pulmones.

Enfermedades autoinmunes

Algunas enfermedades autoinmunes, como el síndrome de Churg-Strauss (granulomatosis eosinofílica con poliangitis), también pueden provocar eosinofilia. En este trastorno, los eosinófilos se infiltran en los tejidos y causan inflamación crónica, lo que lleva a daño en órganos vitales como los pulmones y el corazón.

Ciertos cánceres

En algunos casos, ciertos tipos de cáncer, como la leucemia eosinofílica y el linfoma de Hodgkin, pueden provocar un aumento de los eosinófilos. Estos trastornos afectan la médula ósea, donde se producen los eosinófilos, lo que resulta en una proliferación descontrolada de estas células.

Reacciones a medicamentos

Algunos medicamentos pueden desencadenar una reacción alérgica que provoca eosinofilia. Los antibióticos, antiinflamatorios no esteroides (AINE) y ciertos fármacos para la epilepsia se encuentran entre los medicamentos que pueden causar este efecto secundario.

Tipos de eosinofilia

Existen dos tipos de eosinofilia:

  • Eosinofilia leve o moderada: Generalmente ocurre como respuesta a alergias, infecciones o inflamaciones. Es común y puede resolverse al tratar la causa subyacente.
  • Eosinofilia grave: Este tipo es más raro y puede estar relacionado con trastornos graves como el cáncer o enfermedades autoinmunes. Requiere una evaluación médica más exhaustiva.

Eosinopenia: niveles bajos de eosinófilos

La eosinopenia es el término utilizado para describir niveles bajos de eosinófilos en la sangre. Aunque menos común y menos estudiada que la eosinofilia, la eosinopenia puede ser indicativa de algunas condiciones de salud:

Infecciones bacterianas graves

Durante infecciones bacterianas graves, como la sepsis, los niveles de eosinófilos pueden disminuir de forma drástica. El cuerpo desvía los recursos del sistema inmunológico hacia la lucha contra la infección, lo que reduce temporalmente el recuento de eosinófilos.

Uso prolongado de corticoides

Los medicamentos corticoides, que se utilizan para tratar afecciones inflamatorias y autoinmunes, pueden suprimir la producción de eosinófilos en la médula ósea, lo que lleva a una eosinopenia. Esto es generalmente un efecto secundario temporal y se revierte al suspender el uso del medicamento.

Estrés agudo

El estrés físico o emocional agudo puede afectar los niveles de eosinófilos, disminuyéndolos temporalmente. Sin embargo, este efecto es transitorio y los niveles suelen regresar a la normalidad una vez que se supera la situación estresante.

Diagnóstico y tratamiento de alteraciones en los eosinófilos

El diagnóstico de problemas relacionados con los eosinófilos generalmente comienza con un análisis de sangre. Un recuento anormal de eosinófilos puede llevar a estudios adicionales para determinar la causa subyacente, que puede incluir pruebas para detectar infecciones parasitarias, alergias, trastornos autoinmunes o cáncer.

El tratamiento depende de la causa. Por ejemplo, si la eosinofilia es causada por una infección parasitaria, los medicamentos antiparasitarios serán el tratamiento adecuado. Si se debe a una alergia, los antihistamínicos y los corticosteroides pueden ayudar a controlar la inflamación. En el caso de enfermedades autoinmunes

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